Cuando empecé a quererme, comencé a apreciar la “bondad” de la “Soledad escogida”.

Lenta, y suavemente, entró en mí la vivencia consciente del silencio…y así fue como también me descubrí sobrecogid@ ante su encanto…escuchando, gozosamente, el “Espacio interior” que se abría en mí.

Cuando empecé a amarme de verdad, aumentó en mí la habilidad en encontrar este Silencio Interior… ni que fuere en medio de mi populosa y ajetreada ciudad… o ni que fuere en el discurrir de mi jornada – tan repleta de estímulos y sobrecargada -.

¡Aaaahh…la plenitud del SILENCIO!

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